Sinopsis
A los toros les pasa lo que al flamenco. No solo por el desgarro, por el quejío, o por la variedad de los palos, sino porque la tauromaquia es una arte de ida y vuelta. Lo demuestra el ejemplo trasatlántico de Andrés Roca Rey, máxima figura del escalafón y prueba inequívoca de que el toreo no tiene fronteras, aunque no puede discutirse la idiosincrasia de México ni puede negarse que el toreo español no sería igual sin los rasgos de ultramar que le han incorporado los invitados que nos acompañan. Escuchen bien, o escúchenlos: Eloy Cavazos y César Rincón.